El repiqueteo insistente del teléfono despierta a James B. Olsen,
famoso y atildado reportero del Daily Planet. Jimmy está escondido en la
Ciudad de México, junto con Sally Selwin (pocos saben del paradero de ambos). El
teléfono suena, demandante (...y negro como la pez, diría Fiodor M.
Blacksmith). Es un Western Electric 500 de 1951, de esos que antaño usaban las
damas para romper la crisma del maleante que se atrevía a abrazarlas sin su
consentimiento.
¿Quién, a esa hora de la madrugada, tiene necesidad de llamarlo? Jimmy
piensa en los chicos del Daily Planet y en sus amigos de la WGBS TV News. Toma
la bocina y articula un saludo ronco y quejumbroso, al tiempo que lee las
manecillas de su reloj de ultra-señales. Pero una voz profunda, cavernosa, lo
arranca de la somnolencia. Piensa en lo peor...
-Te espero el viernes 19 de septiembre, en la noche, a las ocho en punto,
en Ruta 61.
-¿Lex...? ¿Lex Luthor? ¿Eres tú?
La voz (un eco nocturno que hiela la sangre) suelta su risa tenebrosa,
la risa de los infiernos.
-Porque si eres tú, puedes estar seguro de una cosa: tus fechorías tendrán
castigo. Sólo tengo que llamar a...
-No soy el que piensas, gusano inmundo. Tus miedos son de caricatura. Yo
soy tan real como la ciudad en la que ahora duermes.
-¿Entonces...?
-Soy Legbá, soy Alágbawana. Tengo las llaves de todos los caminos, soy el
punto intermedio entre tú y la desgracia, entre tú y la felicidad.
Las hermosas piernas de la durmiente Sally se descubren al levantarse el
camisón. Pero Jimmy ha quedado ciego, concentrado en escuchar la misteriosa
invitación de Legbá.
-¿Qué quieres?
-Que el viernes próximo, en la noche, a las ocho en punto, tomes la
Ruta 61. La entrada al camino está en el número 281 de Avenida Baja California.
-¿El Eje 3?
-Sí, entre Culiacán y Nuevo León, a dos cuadras del Metro
Chilpancingo.
-¿Por qué, para qué? ¿Qué antros de esta ciudad recorres?
-Hace muchos años no quisiste hacerme caso, Jimmy, y perdiste la
oportunidad de vivir en carne propia mi encuentro con Robert Johnson. Tú
hubieras podido fotografiarlo y demostrar la verdad de una leyenda.
-Repíteme la dirección. Esta vez quiero conocerte.
-Toma nota, gusano inmundo: Avenida Baja California 281, casi esquina con
Nuevo León. Es la casa de un amigo íntimo, Eddy Mountain. Se han cumplido
ya diez años de haber entregado esa casa a Eduardo. Fue mi regalo a cambio
de...
-¿Cómo reconoceré tu presencia?
-Si escuchas el sonido de Las Señoritas de Aviñón, sabrás que me
encuentro ahí. Puedo ser un mesero o una mesera, puedo ser una de las
Señoritas, puedo ser tu vaso de whisky; puedo ser, incluso, Eddy Mountain…
Silencio.
Jimmy cuelga y su mirada descubre el cuerpo de Sally. Ella despierta a
medias y toma una de las manos de su reciente amor para
colocarla en su vientre angelical. Con lentitud, arrastra la mano de
Jimmy hacia el rincón de sus deseos; pero Jimmy la interrumpe, se levanta y
comienza a vestirse:
-No tardo, Sally. Bajo a Sanborns a comprar rollos de película para la
cámara. Mientras, llama al Daily Planet y explícales por qué no regresaremos
esta semana: el viernes conoceremos al Diablo. No se te ocurra llamar al rancho
de tu padre.
Sally vuelve al mar de sus sueños. Es la canícula, y Sally
descansa del sol abrasivo en una casa abandonada de Luvina (Luvina es
otro nombre de la Ciudad de México). Los comejenes entran y rebotan contra la
lámpara de queroseno. El olor a parafina adormece a Sally
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